UN CUENTO DE SOBRE COMER
Érase una vez...
Ya, tercer domingo de Pascua de Resurrección:
Jesús, que se les aparece
a los que sabían de él,
sobretodo, de las últimas noticias:
a los que sabían de él,
sobretodo, de las últimas noticias:
-- que había sido crucificado,
-- apenas, unos tres días atrás.
-- que se decía que estaba resucitado;
-- que se había aparecido,
-- primero, a algunas de las mujeres del grupo;
-- después, a dos que iban a Emaús,
-- en horas de la tardecita-noche;
-- en horas de la tardecita-noche;
-- que había cenado con ellos;
-- que se había desaparecido.
Y, ahora, ellos,
hablaban de todo eso.
Y, se les vuelve a aparecer,
y los saluda:
-- la paz con ustedes.
Y, todos, igualmente,
se asustan.
Entonces, Jesús:
-- les dijo:
-- «¿Por qué os alarmáis?,
-- ¿por qué surgen dudas
en vuestro corazón?
-- Mirad mis manos y mis pies:
soy yo en persona.
-- Palpadme y daos cuenta de que un espíritu
no tiene carne y huesos,
como veis que yo tengo».
-- Dicho esto, les mostró
las manos y los pies.
-- Pero como no acababan
de creer por la alegría,
-- y seguían atónitos, les dijo:
-- y seguían atónitos, les dijo:
-- «¿Tenéis ahí algo de comer?».
-- Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado.
-- Él lo tomó y comió delante de ellos.
Entonces, surgen las preguntas:
-- ¿Por qué se representa a Jesús resucitado
en una figura translúcida,
transparente, difuminada;
casi como etérea?
El relato dice, que:
-- Mirad mis manos y mis pies:
soy yo en persona.
-- Palpadme y daos cuenta de que
un espíritu no tiene carne y huesos,
como veis que yo tengo».
Y, por otra parte,
Jesús comió un trozo de pez asado,
junto con ellos.
-- ¡Ummmmmm!
-- ! Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario