UN CUENTO DE SOBRE RECUERDOS
P. Daniel Albarrán
Una vasija de barro.
Endurecida al horno,
y de color ladrillo.
Variable en sus tamaños:
Más chiquita,
más grande,
lo suficientemente grande.
Se utiliza
para llevar agua.
Y, hasta as usa como taza
para comer.
Y, lleva por nombre
la múcura.
Y, también,
en Pozuelo,
zona de Puerto la Cruz,
era, un restaurante.
Famoso, realmente.
La comida, exquisita.
De sazón a gusto.
Y, de atención de reyes.
El chino Sosa,
su anfitrión.
Y, Amparo, su esposa,
la de la sazón.
-- ¡Ufffggggg!
-- ¡Qué de tiempos!
-- ¡La múcura era, entonces,
-- un emblema,
-- una identidad,
-- un caché,
-- una elevación!
Y, los tiempos pasan.
Vienen otros.
Y, es la historia.
Y, es la vida:
-- !Todo pasa!
-- ¡Y, todo queda!
Entonces,
ante el cuento de ayer,
del cuento de una canción,
una persona,
hija de los de los tiempos
de la múcura de Pozuelo,
escribió:
-- Saludos
-- muchas bendiciones
-- chico me tienes con el corazon chiquito,
-- hasta las lagrimas se me salieron de la emoción.
-- Gracias por acordarte de la Múcura
--de verdad esta en el suelo.
-- Dios te de muchas bendiciones.
-- No podia pasar por alto este comentario tan hermoso y lleno de emociones -- dijo la persona.
Y, es que la múcura de Pozuelo,
era Pozuelo,
y su historia en ese entonces,
y comía hasta el Obispo,
Monsseñor Maradei,
de paladar refinado,
en las fiestas de la patrona del pueblo,
el ocho de noviembre.
Y, colorín-colorado;
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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