UN CUENTO DE SOBRE LO QUE YA SOMOS
P. Daniel Albarrán
Érase una vez..
El Evangelio del día,
martes, decía una cosa muy interesante:
-- Es que todos somos
-- la sal y la luz
-- de la tierra.
Lo interesante de lo interesante
es, que, es una afirmación contundente.
No es que nos parecemos,
o, que, nos asemejamos.
No.
Es, que, somos.
Dice:
-- En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos:
-- «Vosotros sois la sal de la tierra (PRIMERO).
- Pero si la sal se vuelve sosa,
¿con qué la salarán?
- No sirve más que para tirarla fuera
y que la pise la gente.
-- Vosotros sois la luz del mundo (SEGUNDO).
- No se puede ocultar una ciudad
puesta en lo alto de un monte.
- Tampoco se enciende una lámpara
para meterla debajo del celemín,
- sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
- sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
-- Brille así vuestra luz ante los hombres,
-- para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre
que está en los cielos».
Realmente fascinante
esa declaración de Jesús.
Más bien, maravillosa
esa confirmacion,
que es la misma del final
del primer capítulo del libro del Génesis:
-- Vio Dios cuanto había hecho,
y todo estaba muy bien.
--Y atardeció y amaneció: día sexto.
Y, es, que, todo cuanto Dios
había hecho "estaba muy bien".
Y, Jesús, enseguida le pone el sello,
en una de refrendando la obra:
-- Brille así vuestra luz ante los hombres,
-- para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre
que está en los cielos».
-- ¡Guao!
-- ¡Impresionante!
-- ¡Maravilloso!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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