UN CUENTO DE SOBRE SETENTA
La Diócesis de Barcelona,
Anzoátegui,
estaba en celebración
de 70 años de existencia.
Y, surgían muchas ideas.
Primero, un silencio.
Después un mapa.
Y, en el mapa se presentaba
la idea de lejanías y tierras áridas,
y era la sabana
que va de Barcelona a Píritu,
la que aparecía.
Y, también,
la ruta de San Mateo a El Tigre.
Unas lejanías muy llenas
de sol, de pasto,
de soledades.
Unas lejanías llenas
de distancias.
Y, aparecía, de inmediato,
las novelas de Miguel Otero Silva,
Oficina número uno,
y Casas Muertas,
en la historia novelada
de fundación de algunos pueblos
y ciudades en el Oriente venezolano.
Pero, era la imagen
de El Cristo de Hose,
llamado desde hace tiempo
Cristo de Jose.
Y, esa imagen hacía
imaginar:
Imagen,
de un Cristo de pies grandes.
Y, no era mejor otra imagen,
que un Cristo de madera de pies grandes,
para caminar y andar
tantas lejanías de Anzoátegui.
Y, de inmediato,
pensar en la vida desgastada
de tantos sacerdotes,
que fueron otros Cristos,
en los de ayer,
en toda la historia de la Diócesis de Barcelona.
Y, había que guardar silencio.
Y, había que agradecerles,
solamente en silencio que hace llorar;
pero, un llorar de Dios les pague.
Y, pensar en los otros Cristos
de pies grandes,
en los que ahora son sacerdotes en toda la geografía de Anzoátegui;
y, llorar y llorar y llorar,
porque ellos son los pies grandes,
como el Cristo de Jose.
Y, pensar en los que mañana
habrán de ser los de pie grandes,
pero como Cristos.
Y, la diócesis de Barcelona,
ese mismo día de los 70 años
ordenaba a dos nuevos sacerdotes.
Porque. Dios mantiene su promesa
en el tiempo.
-- ¡Ufffggggg!
-- ¡Maravilloso!
-- ¡Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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