UN CUENTO DE SOBRE BENDICIÓN
P. Daniel Albarrán
Se estaba hablando
del simple hecho
de dar la bendición:
-- Que no se debe bendecir --
decían unos.
-- Que siempre hay que bendecir--
decían otros.
Y, es que,
hay partes y lugares,
y sociedades:
En algunas,
los hijos piden la bendición
a sus padres, al levantarse,
al salir de la casa,
al acostarse.
Y, en algunas partes,
se juntan las dos manos
como gesto que acompaña esa petición.
En otras partes,
se cruzan los brazos sobre el pecho,
al tiempo que se dice:
-- ¡La bendición!
En muchas partes, igualmente,
el hermano menor
le pide la bendición al hermano mayor.
También, el sobrino a los tíos.
Y, hasta a la vecina o al vecino
a los que por ser mayores,
también, se les pide la bendición.
Y, los ahijados a los padrinos.
-- ¡Uppppppps!
-- ¡Interesante!
Y, también,
se le pide la bendición al párroco de la parroquia.
Y, unos, y otros
todos a los que se les
pide la bendición, responden
de una manera tan bonita,
y dicen:
-- ¡Dios lo bendiga!
-- ¡Guao!
-- ¡Maravilloso!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario