UN CUENTO DE PADRENUESTRO
P. Daniel Albarrán
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Érase una vez..
Los discípulos de Jesús
le pidieron a Jesús,
que les enseñara a orar,
así, como Juan el Bautista
les había enseñado.
Se podría pensar, de inmediato,
que ellos no sabían orar.
Pero, se descarta, igualmente,
de inmediato, esa idea
porque, todo judío, desde niño
había crecido orando.
Y, sabía, de hecho, orar.
No cuentan, sin embrago,
los Evangelios cuál era
la forma y la modalidad de orar de Jesús.
Solo, que, se retiraba
él solo a orar.
Ni siquiera dicen los Evangelios
que los invitaba.
Iba, él solo.
-- ¡Ummmmmm!
-- ¡Interesante!
El caso, es, que, Jesús
les dice, que, cuando oren, digan:
-- «Padre, santificado sea tu nombre,
-- venga tu reino,
-- danos cada día nuestro pan del mañana,
-- perdónanos nuestros pecados,
-- porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo,
-- y no nos dejes caer en la tentación».
Y, resulta, que,
desde la última vez
que medité sobre la pregunta
que Pedro le hiciera a Jesús
de cuántas veces hay que perdonar;
y a la respuesta de Jesús,
de qué hay que perdonar
setenta veces siete;
me puse a sacar cuentas,
y me dio, que,
hay que perdonar tres veces al día.
Y, esas veces, encontré
que son a la hora de comer.
Y, todo eso está
en la oración del Padrenuestro.
Y, así, desde entonces
cuando voy a comer, digo:
-- gracias, Señor,
-- porque nos das el pan de hoy
(danos, hoy, nuestro pan de cada día).
Y, enseguida, aplico
el perdón, que está, igualmente,
en la misma oración.
Y, digo, también:
-- perona nuestras ofensas,
-- como, también,
perdonamos a los que nos ofenden.
Y, lo hago en el desayuno,
en el almuerzo,
y en la cena.
Y, así, en mi descubrimiento
perodono la setenta veces siete,
que son tres veces al día,
y, que suman 21 veces al mes,
y con ello aplico
lo que dice la psicología,
que si se repite por 21 días
un patrón, con disciplina,
el cerebro lo asume, ya,
como un hábito,
y se hace normal, entonces,
esa rutina,
que, en este caso,
es el perdón.
Y, todo, simplemente,
en la oración del Padrenuestro,
que Jesús nos enseñó.
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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