UN CUENTO DE SOBRE JESÚS Y LA CENA

 UN CUENTO DE SOBRE JESÚS Y LA CENA 

P. Daniel Albarrán 

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Érase una vez...

Día domingo.
La lectura del Evangelio, decía, que:

-- El primer día de los Ázimos, 

cuando se sacrificaba el cordero pascual,
-- le dijeron a Jesús sus discípulos:

– ¿Dónde quieres que vayamos 

a prepararte la cena de Pascua?

Y, aquí, llama la atención, que,
pareciera que la cena de Pascual fuera, 

solo, para Jesús.

Porque, sería lógico, más bien, que, dijera:

-- ¿Dónde quieres que vayamos 

a preparar nuestra cena de Pascua?; 

porque, eran doce; y era un grupo. 

No sólo Jesús.

Y, continua el relato diciendo, que, 

-- Él (Jesús) envió a dos discípulos, 

diciéndoles:

– Id a la ciudad, encontraréis un hombre 

que lleva un cántaro de agua; 

-- seguidlo y, en la casa en que entre, 

decidle al dueño: «El Maestro pregunta: 

-- ¿Dónde esta la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?»

Y, aquí, enseguida se piensa, que, ya, 

Jesús se había puesto de acuerdo con aquel hombre,
y, habían pactado 
lo de la sala.

Y, también,
la idea que nos invade es, que,
como de a escondidas,
en donde el llevar un cántaro de agua,
fuera, así, como el santo y seña,
de una operación en secreto.

Y, sin más,
tenían que seguirlo, primero;
y, después, preguntarle,

no al hombre del cántaro,
sino al dueño de la casa donde va a entrar el hombre del cantaro.

Y, continúa el relato,
diciendo, que:

-- Os enseñará una sala grande 

en el piso de arriba, arreglada con divanes. 

Preparadnos allí la cena.
Y, aquí, hay un cambio,
porque, antes era, solo para Jesús;
ahora, Jesús, dice que es para todos,
al decir:

-- Preparadnos allí la cena.

Y, sigue, contando el Evangelio, que:

-- Los discípulos se marcharon, 

llegaron a la ciudad,

-- encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

A todas éstas,
-- ¿Qué hora sería?

Y, sigue el relato contando, que:

-- Mientras comían, 
-- Jesús tomó un pan, 
--pronunció la bendición, 

-- lo partió y se lo dio, diciendo:

– Tomad, esto es mi cuerpo.
-- Cogiendo una copa, 

pronunció la acción de gracias,
--  se la dio,
-- y todos bebieron.

Y les dijo:

– Ésta es mi sangre,

 sangre de la alianza, 
--derramada por todos. 

-- Os aseguro que no volveré 

a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.

-- Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

-- ¡Ummmmmm!
-- ¡Interesante!

Y, colorín-colorado; 

este cuento se ha acabado.

Fin