domingo, 26 de enero de 2025

ILUSTRE TEÓFILO-EVANGELIO DE SAN LUCAS

 .

ENCUENTRO CON LUCAS EL EVANGELISTA


(Tomado del libro CON SOLO UNA MOCHILA, TOMO I, CAPÍTULO 2. AUTOR: J. DANIEL ALBARRÁN; año 2024)

(PODCAST)

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Ya llegué al lugar. 


Me encuentro, ahora, y de primero con Lucas, el autor de lo que llamamos el Evangelio de Lucas. Y, es importante reconocer, primero, que gracias a Lucas nosotros tenemos información sobre la vida de Jesús, y que, así como a su amigo Teófilo le informó sobre Jesús, igualmente, a las generaciones posteriores y al mundo entero nos transmitió la misma información, y con ello nos evangelizó con las enseñanzas de Jesús, por una parte, y, por otra, hizo su cristología, y así perpetuó en el tiempo lo que él mismo, Lucas, había oído de los apóstoles y de los que convivieron con Jesús. Y, segundo, agradecerle su carta a Teófilo, y su trabajo de periodismo y de cronista y de historiador de recoger toda la información sobre Jesús que había por entonces. Así comienza Lucas:


Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido (Lucas 1, 1-4).


Esta es la razón principal para que nuestro viaje comience en Lucas y con Lucas. Bien es sabido, sin embargo, que Lucas es una referencia, no tanto un autor exclusivo, sino una comunidad que enriqueció con su aporte las enseñanzas orales que circulaban sobre Jesús, su persona y sus enseñanzas, al punto que se suele decir que es la comunidad Lucana, para indicar que a pesar que se atribuye a Lucas, no es sino un pueblo, un grupo, una comunidad que elaboró su propia manera de transmitir la vida de Jesús. Y, así, igualmente, con los otros evangelios.


Esta última anotación es, muy importante, porque no es, entonces, con Lucas nuestro primer encuentro en este viaje; tiene que ser, más bien, con la comunidad Lucana. Y, así, ya tiene que ser una visita a un barrio, a un caserío, a una aldea, a una comunidad para hablar con todos. Y, eso mismo hace, ya, la primera sorpresa.


 Por otro lado, ya no iré a ser una carga para Lucas, porque se abre, ahora, la posibilidad casi cierta que dormiré un día en casa de unas de las familias, e, igualmente, para la comida, un día aquí y otro allá; y eso hace la esperanza que vamos a hacer muchas amistades. O, sea, que, ya, todo empieza bien, en esta primera sorpresa. Además, es en sí una puesta en práctica de que Dios proveerá, en Dios provee, de hecho, en un de poner por obra lo que Jesús había dicho de “no os preocupéis por el mañana, porque el Padre Dios se encarga de todo eso”. Y, es que el viaje es para saber, precisamente, sobre Jesús y su enseñanza.


Tenemos, pues, ya, la primera sorpresa: se trata de una comunidad. De ahí se induce, que, fue la comunidad la que se dedicó a recoger la información que se tenía sobre Jesús de Galilea, el que murió en la cruz y que resucitó, y del que se decían tantas cosas. Y, fue la misma comunidad que ordenó toda esa información, desde los datos que tenían. Es de imaginar que algunos habían oído de sus mayores lo que sabían sobre Jesús. Ya lo dice la carta a Teófilo, apenas comienza, de “las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra”. Todo indica, precisamente, que es un trabajo en equipo, para, primero, “escuchar” lo que se decía de Jesús, segundo, para “verificar” y “comparar” lo que unos y otros decían, tercero, “dedicarse” a la tarea de investigar esa información buscando a los que quedaban de esos testigos oculares, que vieron y oyeron y asimilaron al propio Jesús, y que a esas alturas de los acontecimientos ya serían muy pocos los que quedarían, y que si se tiene en cuenta que los evangelios fueron escritos hacia los años setenta, y Jesús vivió hacia los treinta, había, entonces, cuarenta años que habían sucedidos las cosas que se contaban de Jesús; y si fueron de niños que vieron y oyeron en persona al propio Jesús, los testigos tendrían, ahora, setenta años, cosa que es imposible, porque de un año de edad no tendría un niño capacidad ni biológica, ni cognitiva, ni cerebral, para oír y entender y asimilar nada de su entorno; y si fueron de adultos que lo hubiesen oído y visto y andado con él, entonces, los que habrían sido testigos oculares, tendrían, ahora, de entre unos ochenta-cien años de edad, y si el mismo Jesús viviera, tendría setenta años, que son los años de la Era actual, que es la medida del calendario en la clasificación de Eras de la historia, de un antes y un después de Jesús, o la Era Antigua y la Era Actual. Fue, entonces, muy justo y oportuno el momento, en cuanto a tiempo, de Lucas y/o la comunidad Lucana de escribirle a Teófilo, que ya eso mismo requeriría otro tiempo, teniendo, igualmente, el servicio de secretarios o escríbanos que hicieran esa tarea; e, igualmente, siempre y cuando hubiera quienes dictaran lo que se debía y tener que escribir, y en este punto, es de imaginar que quitarían, añadirían, corregirían esto y aquello, y fundamentarían que eso y aquello lo dijo este o aquel que estuvo, o que se lo oyó decir a su papá que si estuvo, o al abuelo, o al vecino que anduvo con Jesús, o aquel que comió del pan y del pescado cuando Jesús hizo que todos comieran aquella vez que un muchacho tenía cinco panes y dos pescados, y todos pusieron para todos lo que cada uno llevaba ese día; que no fueron cinco panes sino que fueron cuarenta, igualmente, con los pescados, que fueron treinta. Y, es de imaginar, igualmente, lo interesante y lo fructífero de aquellos momentos en que se recopilaba la información, y se ordenaba todo para que todo fuera bien escrito y redactado y así Teófilo entendiera bien las cosas, porque el propósito era, “escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”. Hay que añadir a todos esos elementos, el hecho histórico de la destrucción del templo de Jerusalén, que fue en el año setenta, y de la segunda diáspora judía de importancia, y hacia esos años es que las respectivas comunidades, y entre ellas, la Lucana re-escribe, relee, reinterpreta, redirecciona, historifica, teologiza, la vida, obra y mensaje de Jesús en un criterio nuevo bajo la estructura de “Buena Nueva”; es decir, como lo que comemos hoy, como “Evangelio”, que no es otra cosa que un producto de la asimilación y comprensión del mismo fenómeno llamado Cristo, en donde, ellos, primero, se edifican, porque hacen vida eso el mensaje de Jesús, y, segundo, lo extienden y comparten a otras realidades sociales para que como el Ilustre Teófilo, tengan fundamentos “para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”.


¿Cuáles serían los datos que se tenían?:


1. Hijo de quién 


2. De la línea paternal de quién 


3. ¿De la tribu sacerdotal, de la tribu de Leví; por consiguiente, ¿del grupo de los saduceos?


4. ¿Familia directa de la generación de los Macabeos?


Y, muchas otras informaciones de importancia que los integrantes de la comunidad tendrían por conocimiento.


La tarea, entonces, era de todos. Y, así, algunos la transmiten oralmente; y otros, se dedican a la tarea de escribirla, pensando, especialmente, en el ilustre Teófilo. Por otra parte, estarían los mismos estudiosos de la historia del pueblo hebreo, como el propio Pablo de Tarso que se había dedicado a comparar lo de Jesús con la historia para comprender las dos historias en el proyecto de Dios como plan de salvación, y encontrar una continuidad si la había, y una discontinuidad, si la había, igualmente; y, en eso mismo el propio Lucas era un aprendiz, por una parte , y un evangelizado, por otra parte; para convertirse, igualmente, en un catequista y en un evangelizador, como, igualmente, lo había sido Pablo de Tarso, comenzando de oyente, de catecúmeno, de curioso, de estudioso, de científico porque sabía el más allá de la letra de la historia del pueblo judío del que era uno más y ahora la comparaba con lo que se decía de Jesús, de místico radical llegando al extremo de fanatismo, de místico en apertura, comprendiendo la apertura de las cosas de los misterios de Dios; de psicología, al comprobar en sí mismo, primero, de la fragilidad humana, y después, en todo hombre; de filósofo de las s religiones para comparar la judía con la nueva manera de Jesús; de moral al comprender que lo bueno es bueno, y lo malo es malo; de estudioso de los profetas, especialmente de Isaías y su punto de frontera hacia atrás y hacia adelante, precisamente, por Jesús y con Jesús.


Y eso mismo sucedía en Lucas y en la comunidad Lucana; y por eso Lucas le escribe a Teófilo; y eso mismo, también, lo hace toda la comunidad, que lleva el sello de Lucas, y por eso se le identifica como comunidad Lucana. Y, mientas eso iba sucediendo, iba redactándose una nueva historia, y otra nueva desde la anterior en sucesión de comprensión, sin desarticular lo principal que era, precisamente, la novedad de Jesús, su vida y su mensaje; pero, que, al mismo tiempo, no tenía nada de nuevo, sino en clave de renovación, sin interrupción ni desprendimiento.


Se trataba, por supuesto, de todo un proceso que involucraba a todos, que no solamente, era de recopilar la información que se tenía por parte de los testigos oculares, y testigos de oídas que oyeron de sus padre y abuelos en la frescura de lo que se contaba, sino de un proceso que los hacia a ellos mismos, a todos, en evangelizados, pero, con la especial característica de estar involucrados, porque hacían-haciendo; es decir, hacían la carta a Teófilo, redactando y escribiendo, y a la vez, eso que re-elaboraban, los iba evangelizando a ellos mismos, creando, así, una comunidad específica con una perspectiva de la verdad única y diferente, y una manera de contar de Jesús, y una manera diferente y única de comprender a Jesús y su mensaje con detalles únicos u específicos como, por ejemplo, que son los únicos en contar la parábola del hijo pródigo, y los únicos en contar lo de los caminantes a Emaús el mismo día de la resurrección de Jesús.


 Y, así, otros enfoques exclusivos de la comunidad Lucana, como lo que nos cuenta de María y de Zacarías cuando las respectivas anunciaciones de concepción de Juan el Bautista y del niño Jesús por parte del ángel Gabriel; y lo del niño Jesús cuando se quedó, a los doce años, en el templo en esa visita de José y María a Jerusalén, visita que hacían todos los años. Y, así, otros datos sólo de Lucas y/o comunidad Lucana.

El hecho imaginario, por supuesto, es que, ya, estoy en el lugar. Y, la cosa promete. Hay buen ambiente.

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