UN CUENTO DE SOBRE RICOS Y CAMELLOS
P. Daniel Albarrán
El evangelio del día
decía, que:
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos:
-- «En verdad os digo que difícilmente
entrará un rico en el reino de los cielos.
-- Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja,
-- que a un rico entrar en el reino de los cielos».
-- Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
-- «Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Y, es para quedarse
pensando y pensando,
porque, en el relato
del Evangelio del día anterior,
Jesús le había contestado
al que le preguntó
qué había que hacer
para conseguir la vida eterna,
y, Jesús le había contestado
que cumpliera
los mandamientos universales
(los de Noé),
porque fue
los que citó y trajo.
Eso era suficiente,
aunque, le dijo que
vendiera todo
para darlo a los pobres.
Y, ahora, Jesús dice
que es difícil
que un rico se salve,
y que es más fácil
que un camello
entre por el ojo de una aguja.
Y, aquí, se complica la cosa.
Porque,
en nuestra historia reciente
eso, tal cual,
del camello y la aguja,
y lo de rico,
fue un estandarte
para un proyecto social de vida.
Y, nos trajo
graves problemas.
Se justificó
la confrontación pobre-rico,
y fue lema y praxis,
y fue tarea.
Y, aquí,
está el atolladero,
porque,
no era para confrontación social;
ni mucho menos, un programa.
Es, que, Jesús
lo proponía como
disponibilidad interior y personal
de desapego material
frente al proyecto
de Dios
de no poner el corazón
solo en lo material,
lo proponía como
disponibilidad interior y personal
de desapego material
frente al proyecto
de Dios
de no poner el corazón
solo en lo material,
porque,
para con Dios,
de nada sirven las riquezas materiales.
Es el desapego a lo de aquí,
para disponer el corazón
en Dios.
Y, nunca era
un programa social de vida;
y, si una propuesta
de vida personal
en relación a Dios,
relativizando
lo pasajero.
Además,
eso de que es más fácil
que un camello
pase por el ojo de una aguja,
nunca lo he entendido.
Y, por mucho que
en mi imaginación
estripe al camello
nunca lo logro pasar
por ese ojo de esa aguja.
Y, pienso,
o, que no es de la aguja
que yo conozco para cocer,
o no es el camello
del desierto que yo conozco
para meter por la aguja.
O, es de otra aguja,
y de otro ojo de la aguja;
o, es de un camello desinflable,
o, todavía no hay ese camello
que se achique
para pasar por la aguja que yo imagino.
-- ¡Uppppppps!
-- ¡En todo caso, complicada la cosa!
Y, es que si lo es.
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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