UN CUENTO DE SOBRE
EL MANDAMIENTO DE JESUS
Érase una vez...
Dia domingo,
el primer domingo del mes de mayo.
El día anterior, sábado,
había llovido.
Y, eso daba explicación
a los intensos calores que
estaban haciendo por estos días.
Y, habia, en ese hecho
de las primeras lluvias
una alegría festiva, y se decía:
-- ¡Está lloviendo!
-- Y, se asomaba para ver la lluvia caer.
-- !Experiencia bonita, si duda!
Y, era domingo.
Y, el Evangelio del día decía:
-- Jesús dijo:
-- Este es mi mandamiento:
que os améis unos a otros
como yo os he amado.
-- Nadie tiene amor más grande
-- Nadie tiene amor más grande
que el que da la vida por sus amigos.
-- Vosotros sois mis amigos
si hacéis lo que yo os mando.
Y, volví a leer el Evangelio.
Y, me detuve en:
-- os améis unos a otros.
Volví a repetir eso mismo.
-- os améis
-- unos a otros.
Y, me llevé, como un acto instintivo
la mano izquierda a la cara,
en actitud y actividad reflexivas.
Eso me sorprendió,
al sorprenderme de ese gesto.
Y, sentía que no pasaban ideas;
aunque, igualmente, parecía
que sí eran muchas las ideas.
Entonces, me sorprendió, otra vez,
sentir que movía la boca,
en un movimiento involuntario
de buscar ideas y respuestas.
Y, no hubo una idea concreta.
Entonces, volví a leer el Evangelio.
Y, ahora, sonreí
cuando al final del estracto del texto, decía:
-- De modo que lo que pidáis al Padre
en mi nombre os lo dé.
-- Esto os mando: que os améis unos a otros.
Y, me entró un pequeño alivio,
con una sonrisita, a la vez, que
me decía, al descubrir, que:
-- es por conveniencia
-- eso de amarse unos a otros,
-- porque, solo así:
-- De modo que lo que pidáis
al Padre en mi nombre os lo dé.
-- ¡Ummmmmm!
-- ¡Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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