UN CUENTO DE SOBRE CABALLOS
Érase una vez...
Se celebraba el día del libro,
y habían dispuesto
que sería toda la semana.
Para ello habían dispuesto
de carteleras con alusión
a algunas obras importantes.
Asi, estaban colgando
en la cartelera algunos cuentos,
en full colores en formato dibujos.
Estaban Blanca Nieves,
Shrek, Pinocho, El Principito,
y otros tres, o cuatro, más.
También habían preparado
una obra de teatro,
y la habían llamado "quijoteando".
E, igualmente,
una presentación de payasos,
en la que el payaso principal
sabía hacer de todo,
y no sabía hacer nada.
Y, eso mismo hacia destornillarse de la risa,
porque, en eso estaba lo cómico.
Entonces, el payaso
hacia magía, con acento en la í,
porque, no era "magia"
lo que él hacía, sino "MAGÍiiiia".
Y, hacia y decía:
-- nada por aquí
-- y se levantaba la chaqueta
-- para señalar que no había nada ...
Y, volvía a decir:
-- nada por acá.
Y, taraaaaaaaá...
-- nada.
Precisamente, porque era
"MAGIIIIIIIIÍA",
lo que él hacía.
Y, aquello provocaba un mar de carcajadas,
por la magía del payaso,
llevándose todos los aplausos.
Y, en el momento, después,
de la obra "quijoteando",
aparece Don Quijote en un caballo;
y, también, Sancho Panza,
que llevaba una almohada en la barriga,
para resaltar que, por eso, era "Panza".
Y, los dos iban cabalgando:
cada uno en su palo de escoba,
que era lo que hacía imaginar,
un caballo, en el caso de Don Quijote,
y un burro, en el caso de Sancho.
Y, los que ahí estabamos
reíamos y seguíamos la historia
contada a la manera de aquellos
alumnos del colegio,
y, que, era "quijoteando".
y, que, era "quijoteando".
Y, Sancho le lleva una carta
a Dulcinea, de parte de su amo,
El Quijote.
Y, cuando Dulcinea
abre la carta,
y la voltea hacia un lado,
después hacia el otro;
y la sube, y la baja,
y, yo, que estaba siguiendo aquella historia,
como publico, de repente
en una carcajada dije:
-- !no sabe leer¡
-- !no sabe leer¡
porque era que el dar vueltas a la carta,
eso era lo que sugería,
y eso hacía más cómico el momento.
y eso hacía más cómico el momento.
Entonces, Dulcinea
le da la carta a Sancho
para que él la lea.
Y, Sancho, igualmente,
movió la carta para arriba y para abajo...
Tampoco sabía leer.
Y, yo volví a gritar
desde donde estaba
que no sabía leer...
entre carcajadas y disfrute.
-- ¡Ummmmmm!
-- ¡Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin.
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