UN CUENTO DE SABADO DE PRIMERA SEMANA
Sábado de la primera semana
de Adviento.
El velón que se había encendido
el domingo pasado,
para significar la primera vela
de la corona de Adviento,
ya estaba llegando a su fin,
pues, se había encendido
cada día para la hora de la misa,
y había cumplido su función:
para significar la primera vela
de la corona de Adviento,
ya estaba llegando a su fin,
pues, se había encendido
cada día para la hora de la misa,
y había cumplido su función:
significar la vela
de la primera semana de Adviento.
Mañana, domingo,
se encendería la segunda;
e, igualmente,
se consumiría en la semana.
En la tarde de hoy, sábado,
se haría el pesebre-nacimiento
del niño Jesús,
siguiendo la intención
de San Francisco de Asís,
de cuando tuvo la idea del pesebre.
Y, por otra parte,
una catequista
había hecho la cartelera,
y había hecho en figura
de sombra,
a José caminando adelante,
con su bastón,
y a María, embarazada,
montada en el burro.
Yo, me había quedado
observando esa figura en cartulina negra.
Y, mi imaginación
se había ido por ese mundo
de José y María, y el burro.
Me había detenido en el burro.
Y, me imaginaba la travesía,
que, por la figura,
parecía ser de noche.
La luna aparecía grande-grande,
detrás de aquella medio cima,
más bien, pequeña loma
donde iban los cuatro,
porque, también,
iba el niño Jesús,
en el vientre de María.
Y, me gustó imaginar.
Y, agradecí a la catequista
por hacerme participar
de su arte en aquella cartelera.
Y, suspiré profundo.
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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