UN CUENTO DE PERDER Y GANAR

 UN CUENTO DE PERDER Y GANAR

P. Daniel Albarrán

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Érase una vez...

Jugaban al fútbol
la selección Peruana
versus la selección Venezolana.

Se jugaba para los puntos
de la clasificación del mundial.

Se trataba de ganar,
en la medida de lo posible.

Era día martes.
Y, eran las diez de la noche.

La televisión transmitía el juego.
La pelota iba y venía.

Todo era un peloteo:
de un lado y de otro.

No había jugadas
que despertaran el asombro:
Jugaban igual.
Parecían tener las mismas tácticas 

de peloteo y
faltaba chispa en el juego.

Podría ser mejor, sin duda.
Podría ser peor; 

no estaba siendo vistoso.

Era, como era.
Igual, se trataba
de ser fiel al equipo:
No había más.

Era lo que había.
Faltaba genialidad
de ambas partes.

El primer gol fue de Perú.
La gritería en el stadium se hizo sentir.

Venezuela empató
en el segundo tiempo.

La bulla, allá, y acá, fue estruendosa.
Y, se terminó en empate:
Un gol por lado.

Hasta ahí, todo bien.
Lo de después, 
fue catastrófico:

El Director Técnico
del Perú, fue el resultado:

-- malas decisiones en colocar

 jugadores -- era lo que se alegaba.

-- Y, "¿los once de la cancha, qué?

Sin embargo,
todo recaía en la responsabilidad 

del Director Técnico.

Terminó, además,
de empatado en los resultados,
expulsado del equipo,
y del Perú.

Entonces,
unas preguntas,
tanto al fútbol, como para la vida:

-- ¿¡No se trataba, entonces,
-- de ganar, uno;
-- y perder, otro?

Y, ni uno;
ni otro.
Hubo empate:
No se perdió. No se ganó.

Ciertamente,

pudo ser mejor.
También, pudo ser peor.

Es trágico, sin embargo,
mirar, que,

no se sabe perder.
Porque, solo era ganar.

Entonces,
¡¿para qué se juega?!

-- O, se pierde.
-- O, se gana.

En igual de proporción
de posibilidades:

-- Cincuenta y cincuenta.
Cincuenta en perder.
Cincuenta en ganar.

-- ¡Pareciera, entonces,
-- que no se sabe jugar!

Y, colorín-colorado; 

este cuento se ha acabado.

Fin