A PROPÓSITO DE LA CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN DEL VALLE, AÑO 2023
P. Daniel Albarrán
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(ANTERIOR)
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(CONTINUACIÓN)
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DIA SEXTO:
Es necesario resaltar, que, desde lo que el texto bíblico llama primer día, en el marco de “atardeció y amaneció”, se va a repetir al final de cada nuevo día, y con esa expresión termina cada nuevo día cerrando, en cierta manera, cada derivado nuevo desde lo anterior, que viene a ser el producto desde donde continúa. Eso, por una parte; por la otra parte, se mantiene la presencia de la letra “y”, que siempre está presente en cada acción de Dios. Así, ahora, la letra “y”, y “atardeció y amaneció”, van a ser las constantes.
SÉPTIMO PUNTO:
LOS LUCEROS:
En el versículo que dice que Dios había dicho que “haya La Luz”, se dice, también, que Dios llamó a la oscuridad, “noche”, y a la claridad, la llamó “dia”, que son eran los dos derivado de ese producto que era la oscuridad. Sea la oportunidad, igualmente, para resaltar el detalle de que en el primer versículo se dice, que, “Dios crea los cielos y la tierra”. Y no vuelve a aparecer la palabra “crear”. Solo esa vez. Desaparece esa palabra. Y, en su puesto aparece “dijo Dios: “haya”. Ese detalle es necesario resaltar.
Ahora, en los versículos del 14 al 19:
Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años;
y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue.
Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas;
y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra,
y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien.
-- Y atardeció y amaneció: día cuarto.
Aquí sorprende de manera especial, porque, en los pasajes anteriores, Dios a los derivados siempre les puso nombre; mientras, que, en esta ocasión, parece que se le olvidó. Eso, por una parte; porque, por otra, hay, realmente, una gran diferencia, ya que, en las anteriores, Dios toma de lo que hay, y de ahí hace otra cosa nueva, desde lo que hay. En cambio, ahora, no toma de lo que hay, sino que coloca elementos nuevos:
Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años;
y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue.
Eso hace pensar, de inmediato, que “luceros en el firmamento celeste” pareciera que fuera un derivado de la luz, que, a su vez, es un derivado de la oscuridad, e, igualmente, un derivado de las aguas de donde sale el firmamento. En ese sentido, entonces, “los luceros en el firmamento” está en la misma línea de productos-derivados, porque, ya estaban firmamento, por una parte, y día y noche, por otra.
No parece, entonces, inútil, al contrario, que resaltemos estos detalles, porque, resulta fascinante el descubrir la secuencialidad de estos datos, ya, que, ahora, existiendo, día y noche como derivados de la luz, que a su vez es derivado de la oscuridad, ahora, Dios, saca otro derivados que son los luceros, para tener una triple función: para alumbrar, primero, y, para dominar, después; y, finalmente, para “para apartar la luz de la oscuridad”.
Y, no podía faltar la satisfacción de Dios, sin que faltara la letra “y”: “y vio Dios que estaba bien”.
Como tampoco podía faltar el enmarque de todo, desde que se inició todo, que, es: “. Y atardeció y amaneció: día cuarto”.
¡Impresionante, realmente!
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