UN CUENTO DE EUNUCOS
P. Daniel Albarrán
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UN CUENTO DE EUNUCOS
P. Daniel Albarrán
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UN CUENTO DE CUENTAS
P. Daniel Albarrán
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Érase una vez...
El Evangelio del domingo,
de ayer,
hablaba, que. Jesús
le había contestado a Pedro
que, hay que perdonar
setenta veces siete.
Jesús le contesta:
- «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y, lo primero que pensamos,
equivocadamente,
es que esa cantidad es infinito.
Pero, no.
Es finito, y tiene un límite.
El límite está resaltado en:
1) sino
2) 70 veces 7
3) la parábola que Jesús, enseguida, contó:
4) el rey que perdonó, al principio, la deuda al que le debía.
5) pero, que, en verdad, no le perdonó
6) porque lo mandó a buscar y se la volvió a cobrar (preso hasta que pagara la deuda).
Enseguida, las preguntas:
1) ¿De dónde hemos sacado que 70 por 7 es infinito?
2) ¿70 por 7, no es acaso 490?
Por otra parte,
la respuesta a Pedro
por parte de Jesús
ya tiene una condición
una limitante, que, es
"sino";
es decir, hasta aquí:
-- "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".
Porque, en la misma respuesta,
Jesús, mantiene la condición:
-- 70 veces 7 (si es que no nos dimos cuenta del "sino").
-- Jesús, aclara el "sino" con la cantidad (490 veces, como resultado de 70 por 7).
-- Y, si, aún no la entendimos,
entonces, nos cuenta la
parábola del Rey
que, realmente, no perdonó.
-- !Upppppps!
-- ¡Interesante!
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin
UN CUENTO DE SEPTIEMBRE
P. Daniel Albarrán
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Érase una vez...
A PROPÓSITO DE LA CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN DEL VALLE, AÑO 2023
P. Daniel Albarrán
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(ANTERIOR)
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DIA NOVENO:
LOS DOS ÁRBOLES:
Llegamos al final.
El objetivo trazado se ha cumplido en un cincuenta por ciento, que era hacer un estudio para tratar de comprender la devoción a la Virgen del Valle (y con ello todas las posibles advocaciones de los infinitos nombres de la Virgen María).
Ya tenemos el encuadre bíblico, que ha sido el capítulo primero del libro del Génesis, porque, lo primero era lo primero. Se ha hecho un esbozo y un esquema metódicos de la creación, para lo que es necesario que hagamos un resumen, y poder pasar al otro cincuenta por ciento que nos falta.
RESUMEN DE LO ANTERIOR:
1) Dios creó los cielos y la tierra (masculino y femenino).
2) Dios creó al hombre, “a imagen y semejanza de Dios “, macho y hembra.
3) De la tierra se deriva todo.
4) Todo estaba muy bien. Es de resaltar, que, la oscuridad, el caos, y la confusión (Genesis1, 2); igualmente, “las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien”.
Pasemos, ahora, al capítulo 2 del libro del Génesis, en donde las cosas adquieren un nuevo matiz y color.
CAPITULO 2 DEL GÉNESIS:
El segundo capítulo del libro del Génesis, añade algunas cosas puntuales, que no aparecen en el capítulo 1. Así, tenemos, que:
Uno:
“no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra.
Dos:
No había hombre que labrara el suelo” (Génesis 2, 5).
Tres:
Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Este tercer elemento es interesante, realmente, porque, es de la tierra de donde se emana el hombre, en la idea de secuencialidad que hemos venido resaltando. De donde se deduce, igualmente, que el hombre es un continuado, como derivado, de la tierra. El hombre es un derivado, en sentido de resultado, en secuencialidad permanente. No hay saltos en ese sentido, sino, más bien, una realidad que lleva a otra, que es lo que, de inmediato, el texto bíblico resalta en “Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo”; es decir, del polvo, que a su vez viene de la tierra.
Un detalle que nos hace casi perder la respiración por la sorpresa, es que, estaba faltando un elemento de los que ya tenía la tierra, cuando en el versículo 2, había dicho, que, “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas”. Habíamos descubierto en sorpresa, que es la clave de todo, que la luz era un derivado de oscuridad; también, se había resaltado en descubrimiento sorpresa, igualmente, lo de las aguas de de arriba y de de abajo, y sus derivados, como firmamento. Y, estaba faltando “y un viento de Dios aleteaba”.
Ahora, aparece la idea de “viento de Dios” en lo de “e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”. ¿Será, entonces, viento de Dios igual que “aliento de vida” insuflado en sus narices? No dice nada, al respecto, en el capítulo 1, encontrando, ciertamente, diferencias, porque, cuando crea los animales terrestres dice en los versículos 21 y 24, respectivamente, que:
creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue.
En este segundo capítulo se detalla, que, la vida al hombre es dada por “insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”. Esa es la característica principal, que es al mismo tiempo la diferencia, del segundo capítulo, que, es que complementa lo no dicho en el capítulo 1.
Otro detalle es que en el primer capítulo, solo aparece la palabra Dios, sin ningún añadido, ni antes ni después de la palabra Dios. Simplemente, Dios. No sucede con el capítulo 2 del libro del Génesis, en donde, llama la atención, que, la palabra Dios está acompañada de la palabra Yahveh. Así, en el primer capítulo es, simplemente, Dios; y en el segundo es “Yahveh Dios”. ¿Por qué esa diferencia y ese detalle? Definitivamente, se trata de dos estilos distintos y de dos redacciones distintas.
Y, es en este segundo estilo donde tiene sentido el otro cincuenta por ciento que falta en este estudio bíblico. Ciertamente, que, solamente con el capítulo 1 del Génesis tenemos toda la mística, y contiene una infinita riqueza de conexión en imanaciones de arriba hacia abajo, y de abajo hacia arriba, que son inseparables, y que se resalta en el mapa de cábala judía (árbol de la vida); y la de arriba se explican en las de abajo, y las de abajo se comprenden desde la de arriba, en una constante subida y bajada, todo en una explicación y en una iluminación, simultáneamente; y nunca por separado.
En el capítulo 1, pareciera, más bien, que Dios como que le participara a todo lo derivado de la tierra, que es: los mares, lo seco, la luz, la oscuridad, la noche, el día, los peces, las aves, los monstruos marinos, las sierpes de todas las especies, la hierba, la vegetación; en fin, a todo cuanto ya había, como derivado, primero, y como producto después, les participa que “hagamos al ser humano al ser humano a nuestra imagen y semejanza”; entonces, “a nuestra imagen” es a la imagen de todo cuanto existe, que es la imagen de Dios, que es invisible, en una imagen material, que es lo que se está viendo, que es visible. Esa es la imagen.
¡Realmente, revelador solo el capítulo 1 del Génesis! Esto es, en definitiva, mística de la creación, en donde creación es Dios, y Dios es la creación; precisamente, porque Dios es todo, y nada de lo que existe se explica sin Dios. Eso mismo lleva a comprender el cántico del libro de Daniel:
Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra,
bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
O, como termina la colección de los 150 salmos, con: “Todo cuanto respira alabe a Yahveh! ¡Aleluya!
El caso es, que, con el nuevo elemento que es Yahveh Dios, el texto bíblico añade otros elementos, en donde la historia, ya no es de la mística de la creación, que es el capítulo 1.
Definitivamente, que, encontramos diferencia entre el primer y segundo capítulos del libro del Génesis. Es necesario, ahora, que hagamos un narco de referencia. Así, tenemos, que:
Primero:
Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.
Segundo:
Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer.
Tercero:
y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
En el capítulo 1, simplemente, “Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto” (Génesis 1, 31). Por parte, porque, en el versículo 29, dice, que, “Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento”. En el 1, el hombre puede comer de todo, y de todos los árboles; mientras, que, en el 2, se sucede, entonces, una prohibición, cosa que no es posible en una de mística de la creación.
Cuarto:
Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase.
Aparece, ya, una cosa nueva, que es que Yahveh Dios le encargó el jardín al hombre, con una limitante, que es, que, “para que lo labrase y cuidase”. Esto es nuevo, ya, que, en el capítulo 1, “y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.» Entonces, ¿Podía mandar, al punto de “henchid la tierra y sometedla (capitulo 1); o, “para que lo labrase y cuidase” (capítulo 2)?
Hay un avance en el capítulo 2, que, es una ruptura, porque, ahora, ya no es que puede comer de todos los árboles:
Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer,
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.»
Quinto:
Ahora, en este capítulo 2, está faltando, como es lógico, la belleza y la grandeza de la mística de la creación del capítulo 1, que, era “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”; e, igualmente, lo de “macho y hembra los creó”; siendo, así, que, en el capítulo 2 hace, primero, al hombre, y lo puso en medio del jardín, imponiéndole una prohibición: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.» (Génesis 2, 16-17).
Sexto:
Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»
Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.
Se deja notar en el capítulo 2, enseguida, que la obra de Dios estaba incompleta, al resaltarse, que, “El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada”. Le estaba faltando a la obra de Dios, que, en el capítulo 1 era perfecto, y “que estaba muy bien”; ahora,en el capítulo 2 no está “muy bien”, porque, “el hombre no encontró una ayuda adecuada”; es decir, faltaba algo:
Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne.
De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre.
Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.»
Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
Séptimo:
Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.
Llama la atención, que, en este capítulo 2, hay muchas cosas en negación. Así, ya hemos señalado, que, al hombre le faltaba una ayuda adecuada; también, se ha señalado, que, “del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás”; y, ahora, que, “estaban desnudos, pero no se avergonzaban uno del otro”. Es una permanente en este capítulo una negación; cosa que no en el primer capítulo.
GÉNESIS, CAPITULO 3:
Un detalle importante de hacer notar es, que, la prohibición de Dios fue dada exclusivamente al hombre, cuando, aún no había sacado de la costilla a la mujer; y, cuando aparece la mujer, no repite esa prohibición. Podría decirse, entonces, que la prohibición aplicaba solo para el hombre, y no para la mujer.
Entonces, aparece la serpiente.
Y. aquí, revolotea en nuestra memoria, que, en el primer capítulo aparece varias veces la palabra “serpies”, e, igualmente, lo referido a esa palabra como “serpea”. Son, así, cuatro veces las que aparece “serpies”, de las cuales, una acompañada, serpies y alimañas (Génesis 1, 24). ¿Por qué resaltar ese detalle? Porque, procuramos entender lo de la serpiente que habla con la mujer, en el capítulo 3 del libro del Génesis.
En todo caso:
1) La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho.
Aquí, se enmarañan las preguntas y las inquietudes, porque, ¿quién había creado a la serpiente, por una parte; y, por otra, quien le había creado a la serpiente la astucia? Porque, si aplicamos el marco de referencia del capítulo 1, Dios, todo lo que había hecho, estaba “muy bien”, hasta las serpies y alimañas.
Pero, no estamos, ahora, en la perspectiva del capítulo 1, sino del capítulo 2 y 3, que es lo que estamos tratando de escudriñar.
2) Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?»
3) Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.
4) Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.»
5) Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis.
6) Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.»
7) Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.
8) Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.
9) Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín.
ADÁN Y SUS RESPUESTAS A DIOS:
9. Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
10. Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.»
11. El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?»
12. Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.»
13. Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.»
14. Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
15. Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.»
16. A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.
17. Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida.
18. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo.
19. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»
20. El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes.
21. Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió.
22. Y dijo Yahveh Dios: «¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.»
23. Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.
24. Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.
APLICACIÓN CON LA COMPRENSIÓN DE LA ADVOCACIÓN DE LA VIRGEN DEL VALLE:
Es desde los capítulos 2 y 3 del libro del Génesis que se entiende la advocación de las imágenes marianas, y desde la figura de la persona de la virgen María, ya, que, es desde la visión y enfoque religiosos, y, por supuesto, desde la fe, que se entiende la expulsión del jardín de Adán y Eva. Pero no como sentido negativo y de culpa, sino como querido por Dios, por supuesto para crear en el hombre el sentido de la búsqueda.
Demasiado simplista esta parte, ciertamente, porque, no hay justificación suficiente de la advocación (de esta y cualquier otra advocación). Definitivamente, tampoco se puede negar, que, es la motivación del encuentro en Dios lo que hace que tenga valor esa manifestación de las advocaciones, que, aunque, rayan en la exaltación de una imagen, aún, así, albergan en el fondo el encuentro con Dios, en la que la imagen de yeso ejerce una función de puente con grandes rasgos religiosos; es decir, conectan con Dios como el creador de todo.
No se puede negar, entonces, que, aunque, lo ideal es la expresión mística del capítulo 1 del libro del Génesis, que sería la máxima aspiración; tampoco, se puede ni se debe negar, que, ante la no profundización del capítulo 1, lo religioso que contiene el capítulo 2, es el elemento formador con sus reglas y prohibiciones con carácter religioso, con demasiado énfasis en que esto no y aquello sí, se va formando una elevación de la conciencia del ser humano. Ciertamente, el camino es más largo, porque, lo que en la comprensión y asimilación del capítulo, que sería de poco tiempo en el tiempo, sometido todo al “atadeció y amaneció” aplicado para lo creado y al hombre, conllevaría muchos años prolongados en los que los rituales y prohibiciones irían aumentando la conciencia.
Es la elevación de la conciencia, al fin y al cabo, el resultado de todo. Conciencia de creado; conciencia de creación; conciencia de derivados según el capítulo 1 del Génesis; conciencia de secuencialidad. Y, por supuesto, conciencia de gratitud y agradecimiento en una actitud de constante sorpresa, primero, porque todo absolutamente, todo viene y es de Dios, que “en un principio creó los cielos y la tierra”, “y la tierra era caos y confusión y oscuridad”. Y, segundamente, porque “vió Dios que todo estaba muy bien”.
Es, entonces, cuando lo religioso, que es propio desde el segundo capítulo del libro del Génesis, es necesario; que no fuera necesario si se viera de manera natural en su totalidad el capítulo 1 del Génesis, de principio a fin, y sin desperdicio de todo lo que contiene el capítulo. Pero, como no es así, entonces, es la importancia del capítulo 2 del libro del Génesis en adelante.
Esto último explica la religión, absolutamente. Y, también, explica el trabajo muy lejano, pero aproximativo de la religiosidad popular como las advocaciones de ese mismo misterio de hacer crecer en crecimiento de conciencia, que Dios es creador de “cielos y tierra” y que el hombre es creado a “imagen y semejanza de Dios”, siendo la imagen la secuencialidad de lo creado, que es materia visible para ver a un Dios invisible; y la semejanza, el poder de la voluntad divina prolongada y transmitida como poder en el hombre que Dios creó, para, entonces, decir, que, “Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto”.
Hemos llegado a Pénjamo; es decir, a donde íbamos. Y traigo, para terminar, lo que en el comienzo de este estudio fue el marco y propósito y tarea:
Comenzamos, hoy, 30 de agosto la novena de la Virgen del Valle. Serán nueve días de devoción, por una parte, y, por otra, una gran oportunidad para buscar profundizar sobre los misterios de la fe, sin desvincular una de la otra, que sería separar la devoción de la profundización, ni mucho menos, sin separar una de otra para dar más importancia a una. La tarea es pastoral, ciertamente, pero, teniendo en cuenta que toda pastoral está iluminada por la luz de la Palabra de Dios, donde está, precisamente, todo comienzo y fin de la actividad de la fe.
Eso nos proponemos hacer durante estos nueve días, teniendo como norte y brújula de criterio lo que se enseña en el Concilio Vaticano II, que, la única fuente de la teología es las Sagradas Escrituras. Es decir, si se quiere hacer ejercicio de pensamiento, tiene que ser solo bajo el criterio de lo que dice el texto bíblico; porque, de lo contrario, se corre el peligro de ponernos fantasiosos; o, sea, muy imaginativos.
Tarea cumplida.
Tarea lograda.
Y, así, como Dios miró todo lo que había hecho, y todo estaba muy bien; así mismo, sabiendo, que, la semejanza con Él está y estaba en el poder de la voluntad en “haya” y “se hizo”; igualmente, también yo: “y ví que todo estaba bien”; y, “atardeció y amaneció”, día noveno de la novena de la Virgen del Valle.
¡Maravilloso, simplemente!
Y, como es de la virgen del Valle, entonces, cantemos, juntando la comprensión de la advocación con su rico contenido teológico de fondo:
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo
Gloria al Espíritu Santo
Gloria a la virgen del Valle
Que nos guía con su manto.
Sin que falte la letra “y’”.
A PROPÓSITO DE LA CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN DEL VALLE, AÑO 2023
P. Daniel Albarrán
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(ANTERIOR)
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DIA OCTAVO:
LOS ANIMALES Y TAMBIÉN AL HOMBRE
(Génesis 1, 24-31):
Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue.
Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien.
Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.
Llegamos, finalmente, a la creación del hombre. Es curioso, que, al hombre lo crea el mismo día que hace a los animales. Y, vuelve a aparecer la palabra “crear”, que no había aparecido desde el versículo primero. Y, “crear” aparece cuando creó los cielos y la tierra, y, ahora, cuando “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó”.
Llama la atención, primeramente, que aparece, solo en ese versículo, el 27, dos veces la palabra “creó”; cosa que no se repitió en el primer versículo, cuando dice que “creó los cielos y la tierra”, que aparece solo una vez.
Se añade a ese detalle que llama la atención, el que antes de decir “creó”, en el versículo 27, que, “Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”. Surgen, de inmediato, las preguntas y las inquietudes:
1) Pareciera, que, hay un paso y un proceso que antes ni se había dado, ni con los cielos y la tierra, ni con las aguas, ni con el firmamento, ni con cielos, ni con tierra, ni con los peces, ni con las aves, ni con los animales; el proceso está, ahora, en que, Dios, primero, dijo, y después, creó. Hay una especie de camino de entre decir Dios y crear, que es distinto a las veces anteriores, porque, en esas veces, simplemente, Dios dijo “haya”; y, ahora, se dice a sí mismo, y después, crea. Eso, por una parte.
2) Llama, definitivamente, la atención, que, dos veces aparece la expresión “creó”, tanto para iniciar como para terminar la misma acción, en el caso del hombre, creados con la especificidad de “a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó”.
Se sucede, igualmente, un antes y un después. Y, en el antes, hay dos antes, el inmediato y el lejano; porque, en el inmediato está el que “Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”. En ese antes inmediato se suceden detalles interesantes, como el hecho de que Dios ya le crea un objetivo, y pareciera, más bien, una justificación de por qué va a hacer al hombre, que, es que, “y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra”.
La permanente es la letra “y”, como hemos venido resaltando.
Es necesario, definitivamente, resaltar que hay un paso de el “dijo Dios” al “creó Dios” en el caso del hombre.
Viene, ahora, un cambio en el texto, que impresiona grandemente, y es que, en antes del versículo 27, Dios aparece como el solo, en singular, con la afirmación “Dijo Dios”. Ahora, aparece un plural, sumando el singular del Dios de antes, con un “hagamos”. Esto hace que nos detengamos, para cuestionarnos y cuestionar al texto, porque, de ¿Dónde sale el hagamos?
Este plural, este “hagamos”, lleva, de inmediato, a preguntar:
1) ¿En Dios hay un plural; es decir, varios con él?
2) ¿El hagamos es una acción de varios con Dios; o es el mismo Dios, único, sin más que él?
Sin embargo, es un atrevimiento presentar la idea de que, ciertamente, se trata de un “hagamos”, en plural, porque, ya es un plural todo lo que Dios venía haciendo, y había hecho ya. Y, al decir, “hagamos” sería el resultado de una secuencialidad de realidades ya hechas y en suma de derivados, que hacía que se repitiera en cada caso de “vio Dios que era bueno”, que serian cinco veces la misma afirmación y satisfacción de Dios por su obra.
Ciertamente, es un atrevimiento, y así se presenta en este estudio que venimos haciendo, porque prevalece la idea de la secuencialidad en la obra de Dios, según el libro del Génesis.
Entonces, el “hagamos” de Dios, del versículo 27, tiene la idea de la secuencialidad.
Y, esa misma idea hace que todo lo demás sea sencillo, y que no es más que una confirmación, porque se mantienen los mismos elementos, que son:
Primero: Dios creó “los cielos y la tierra”.
Segundo: en masculino y en femenino (tanto en singular, como en plural). Se repite lo de masculino en “cielos”, sin el artículo, en “mares”, “el firmamento”, “peces”, “seco”, “luceros, día; y lo femenino en “tierra”, “oscuridad”, “la luz”, “aves”, “noche”.
Tercero: “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas”.
Cuarto: “Y dijo Dios: haya”
Quinto: “y hubo”
Sexto: “Y vió Dios que era bueno”.
Séptimo: “Y Dios los bendijo (desde la realidad de los animales).
Y, todos estos elementos están presentes cuando “Dios creó al hombre, a su imagen y semejanza”. Y, se repiten, absolutamente, los mismos elementos, que son secuenciales y continuación, que son:
1) Masculino y femenino.
2) Macho y hembra.
3) Los bendijo Dios.
4) Se repite el mandato
5) «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla.
Y, se sucede una cosa sorprendente:
Primero:
Y bendíjolos Dios,
Segundo:
y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos
Tercero:
Y henchid la tierra y sometedla;
Cuarto:
mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
Quinto:
Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.
¡Absolutamente, maravilloso!
Vuelven a aparecer las dos constantes: la letra “y”, y “Y atardeció y amaneció”, que es el marco del tiempo a lo que somete, absolutamente todo. Y, nos faltó resaltar y repetir el “vio Dios que estaba bien”, que es el tercer elemento constante. Entonces, serian tres las constantes.
¡Interesante!
Es inevitable que resaltemos que se siente una especie de sometimiento de Dios hacia el ser viviente. Así sucedió con los animales, a los que, primero bendice, y después les da un mandato. Eso sucede, también, con el hombre, que es creado “a imagen y semejanza de Dios”.
La pregunta es doble, entonces:
Hagamos, ¿Será en conjunto con todo lo que ya había hecho, y por eso, en esa secuencialidad, Dios siente que todo lo anterior está involucrado, ahora, a esas alturas de su obra creadora, y por eso ‘hagamos”? ¿Y, se confirma, entonces, la secuencialidad, que es la clave de un conjunto?
¿A qué se parece Dios, y qué de lo creado es parecido a Dios, para condicionar al hombre, y darle la propiedad que sea su imagen; más, aún, su semejanza? Se podría secuenciar, entonces, que la imagen era todo lo creado, que es fruto de la tierra donde estaba todo y del que toma todo. Y, que, el fruto de la tierra, todo, absolutamente, todo es la imagen de Dios; por eso, “Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”. Es la tierra, y todos su derivados, entonces, la perfecta imagen de Dios.
Podría desprenderse, que, “a nuestra imagen”, sea la materia, lo palpable, la tierra. ¿Y, la semejanza? Tal vez, la semejanza sea el “dijo Dios: haya”, porque, ahí se muestra la voluntad, el querer; y, ahí será semejanza de Dios. La semejanza podría ser, entonces, el “hágase de Dios” como expresión de voluntad; y, de ahí que Dios le da al hombre la autoridad del dominio, porque antes de crearlo eso fue lo que proyectó: “Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra”.
Lo interesante de todo esto es que ya tenemos la imagen y la semejanza de Dios en todo lo creado hasta antes de crear al hombre, desde el mismo primer versículo, porque Dios creó, que sería la semejanza, confirmado en los versículos posteriores en “dijo Dios: haya”; y la imagen, todo lo material que venía derivando del primer elemento que era la tierra, y desde la que se emana todo.
Por eso, el “hagamos” que Dios se dijo, porque, es la continuidad y la consecuencialidad. Eso mismo lleva a pensar que en Dios en lo creado no hay interrupción, sino continuidad, porque Dios es infinito en su continuidad. Todo, igualmente, sometido a lo primerito que sucedió en “atardeció y amaneció”.
Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardecío y amaneció: día sexto.
Llama la atención, por último, que es doblemente positivo la afirmación de Dios, pues “Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien”.
Esto es muy importante resaltar: “y todo estaba muy bien”. Se resalta el “muy bien”. Nada, entonces, estaba, ni siquiera regular; sino, “muy bien”.