miércoles, 30 de agosto de 2023

A PROPÓSITO DE LA CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN DEL VALLE, AÑO 2023

 A PROPÓSITO DE LA CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN DEL VALLE, AÑO 2023


P. Daniel Albarrán


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Comenzamos, hoy, 30 de agosto la novena de la Virgen del Valle. Serán nueve días de devoción, por una parte, y, por otra, una gran oportunidad para buscar profundizar sobre los misterios de la fe, sin desvincular una de la otra, que sería separar la devoción de la profundización, ni mucho menos, sin separar una de otra para dar más importancia a una. La tarea es pastoral, ciertamente, pero, teniendo en cuenta que toda pastoral está iluminada por la luz de la Palabra de Dios, donde está, precisamente, todo comienzo y fin de la actividad de la fe.


Eso nos proponemos hacer durante estos nueve días, teniendo como norte y brújula de criterio lo que se enseña en el Concilio Vaticano II, que, la única fuente de la teología es las Sagradas Escrituras.  Es decir, si se quiere hacer ejercicio de pensamiento, tiene que ser solo bajo el criterio de lo que dice el texto bíblico; porque, de lo contrario, se corre el peligro de ponernos fantasiosos; o, sea, muy imaginativos. Sin descartar, sin embargo, que ya el texto bíblico es pura y simple imaginación, pero, con la característica de contener la revelación y el misterio que se cobija detrás de eso mismo que revela. Esa es la tarea, en la que, también, entrará con su importancia el sello de la interpretación de la Iglesia, en lo que llamamos Tradición, siendo, definitivamente, la Iglesia la custodia de ese dato revelado.


PRIMER PUNTO:

EN EL PRINCIPIO:


Lo primero de lo primero que tenemos que decir y hacer es ir al mismo libro del Génesis, donde comienza todo. Y, lo primero que dice, es:

1) En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Génesis 1,1).


Ese dato es ya el marco de todo posible esquema, donde queda claro desde el mismísimo comienzo, que, “los cielos y la tierra”, son obra de Dios. Podríamos filosofar, inclusive, para intentar dar nombres de causas a ese fenómeno, y, aún así, nos vamos a encontrar con la frontera del misterio, como cosa desconocida. Es de admirar, en ese sentido, la humildad de la física cuántica al reconocer, hoy por hoy, que, a pesar que sigamos descubriendo una fuerza anterior a la anterior que ya se ha descubierto, hay que reconocer que hay una energía más allá de más allá que hace que este misterio de lo que existe tenga su explicación. Eso mismo ha llevado a los científicos de todas las ciencias cuánticas a poner en tela de observación la misma idea del big bang, aunque, no se puede negar la comprobación científica de ese fenómeno en el universo en sus procesos de evolución, como fenómeno de expansión cósmica. Aún, así, y, aún con el descubrimiento de los hoyos negros en su inmensa fuerza física, hay un más allá de ese más allá que hace que este mundo-universo exista.


Ese más allá del más allá, del más allá, en términos bíblicos se llama Dios; es decir, el infinito, que no tiene ni comienzo, ni tiempo, ni espacio. En la riqueza del hebreo bíblico es el Einsof; o, sea, el infinito.


Y, eso ya está dicho en el comienzo del libro del Génesis: en el principio, Dios…

Entonces, eso pasa a ser el infinito, el inexplicable. En filosofía sería la causa. Y, al fin y al cabo, es lo mismo.


De ahí se pasa al siguiente eslabón de lo que ya enuncia el libro del Génesis:


2) Dios creó los cielos y la tierra.


El infinito crea los cielos y la tierra.

Eso es una afirmación y una confirmación, al mismo tiempo. El dato importante de esto está, tal vez, en la letra “y”.  Eso lleva, de inmediato, a la sorpresa, porque, no es “los cielos” o en “la tierra”, donde está la importancia de la información de fe que nos aporta el libro del Génesis, sino en una simple letra, que es la “y”.


¡No puede ser!

Absolutamente, ahí está el detalle, porque, en plan de sorpresa surgen de inmediato las preguntas:


¡¿Para qué crea Dios los cielos?!

¡¿Para Dios mismo?


No. Para Dios mismo, no. Porque, entonces, el texto dijera que Dios creó los cielos; asi, sin más. 


Y, aquí, se pone la cosa interesante, porque, el texto dice, enseguida, que, “y la tierra”.


Es decir, la tierra es la razón por la que Dios crea “los cielos”. Porque, podría ser, igualmente, que dijera que creo “la tierra”, sin decir antes que hizo “los cielos”. Al contrario, hizo la tierra, inmediatamente, después que hizo los cielos. Ambas cosas por separadas no tiene sentido. Lo que le da el sentido es la letra “y”.


Y, esto es muy interesante.


O, sea, ¿que tenemos que hacer teología de la letra “y”?


Parece una locura. 

¡Teología de una letra, y, precisamente,de la letra “y”!



(CONTINUACIÓN)





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