UN CUENTO DE SOBRE GRACIAS
P. Daniel Albarrán
Día martes.
El Evangelio del día
decía, que:
-- En aquel tiempo,
tomó la palabra Jesús y dijo:
-- «Te doy gracias, Padre,
Señor del cielo y de la tierra,
-- porque has escondido estas cosas
a los sabios y entendidos,
y se las has revelado a los pequeños.
-- Sí, Padre, así te ha parecido bien.
-- Todo me ha sido entregado por mi Padre,
y nadie conoce al Hijo más que el Padre,
y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
-- Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
-- Tomad mi yugo sobre vosotros
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón,
-- y encontraréis descanso para vuestras almas.
-- Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Y, fue de quedarse pensando en:
-- Gracias, Padre
-- Has revelado a los sencillos.
-- Y, el Hijo lo revela al que él quiere.
-- Vengan a mí
-- los cansados y agobiados.
-- Los aliviaré.
-- Mi yugo es ligero.
Entonces:
-- ¿El alivio es un yugo?
-- ¿Una carga sobre la cabeza
como a los bueyes?
-- Y, ¿es ligero, liviano, ese yugo?
-- Y, es, que,
me quedé pensando,
imaginando...
-- Dos bueyes...
-- Una madera en la cabeza...
-- Un buey lleva al otro
-- y el otro al uno...
-- sin apartarse uno del otro...
Y, ¿es ligero y suave ese yugo?
-- ¡Ufffggggg!
-- !Para pensar!
-- !Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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