UN CUENTO DE SOBRE PUEBLO
Salio el sol, hoy,
como salió ayer.
Nada nuevo.
Todo lo mismo de lo mismo:
Nada nuevo bajo el sol
(libro del Eclesiatés):
Vanidad de vanidades.
Todo es vanidad.
Y, ese círculo
de nunca acabar,
había que hablar
de pueblo.
Y, precisar pueblo de pueblo,
y colocar algunas
cosas importantes,
también, necesarias.
Y, lo primero es decir
que Venezuela es pueblo,
y no es pueblo, al mismo tiempo.
Es pueblo,
porque es un conglomerado de gente,
con la característica de que
no es homogeneo;
es decir, una misma masa uniforme,
donde todos piensan, comen,
visten, hablan, sienten, opinan
IGUAL.
Ni Venezuela.
Ni en ninguna parte del mundo.
Al contrario,
Venezuela es un pueblo heterogeneo:
el mismo conglomerado,
pero todos distintos,
en el comer, vestir, pensar,
opinar; etcetera.
Y, de origenes étnicos diversos.
La segunda aproximación
es que, pueblo, es visto
como el resto de gente
distinta del grupo del gobierno.
Entonces,
pueblo es gente opuesta a gobierno;
y, pueblo, también es visto
como gente
a la que los que ejercen gobierno,
y los que el gobierno tiene
que servir,
precisamente, porque es pueblo.
Y, hay una fuerza natural opuesta y a favor al pueblo,
por los que son gobierno;
opuesta, porque el pueblo,
a veces, pasa a ser un fenomeno social infranqueable
al que tiene que estar sometido
el que hace rol gobierno;
y, a favor,
porque pueblo es el estandarte
en el que se ampara los del rol gobierno para justificar sus decisiones.
Entonces,
pueblo, es y no es.
Y, usando el recurso de las parabolas de Jesús:
pueblo, se parece.
No es.
Se parece.
Se parece.
No es.
Teecero:
Venezuela, se parece, no es
"Pueblo de Dios".
Se parece a "pueblo de Dios".
Pero, aunque es "pueblo de Dios",
porque lo es y se parece.
No es "el pueblo de Dios",
que si lo es en toda su esencia,
el pueblo de Israel,
al menos el del Antiguo Testamento,
según la Biblia.
Y, lo que hacía "el pueblo de Dios"
era el pacto y la alianza con Dios.
Y, la alianza era, que,
ese pueblo cumpliera las diez grandes Leyes
(de las que se derivan 613 mandamientos).
Y, la principal de la principal
era sobre la idolatría:
"No adorarás otros dioses".
Y, entonces,
eso que lo hacía "el pueblo de Dios",
dejaba de serlo cuando
adoraba otros dioses,
y, ya no era el pueblo de Dios;
y no era, y no se parecía.
Y, eso es toda la historia de pueblo de Dios.
Y, en el caso de Venezuela,
no es, aunque se parece
al pueblo de Dios,
no es, aunque se parece
al pueblo de Dios,
cuando cumple en vivencia de fe
las diez grandes Leyes de Dios.
Y, Venezuela, de por muy lejos,
no es el pueblo de Israel
del Antiguo Testamento;
mucho menos,
al Israel de ahora,
que, en muy poco se parece al Israel,
igualmente, del Antiguo Testamento.
Y, decir, que,
cuando nos referimos a Venezuela,
como pueblo, que,
es el mismo pueblo de Israel,
al pueblo de la alianza,
es el mismo pueblo de Israel,
al pueblo de la alianza,
estamos, definitivamente,
desfazados,
y estamos confundiendo
pueblo de pueblo;
porque, es que,
Venezuela ni es el pueblo de Dios,
aunque se parece,
porque peregrina
también por el desierto
en clave de fe;
porque peregrina
también por el desierto
en clave de fe;
ni es el pueblo de Dios,
como si fuera el mismo,
sino en proyección,
igualmente, en clave de fe,
desde donde se inspira
para seguir creyendo.
-- Entonces, no es
-- sino que se parece.
-- ¡Ummmmmmm!
-- ¡Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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