UN CUENTO DE SOBRE UN HIJO
Érase una vez...
El Evangelio del día
hablaba de una de las parábolas
más hermosas del Evangelio
y de toda la literatura universal:
La parábola del hijo pródigo:
- Un hombre tenía dos hijos;
el menor de ellos dijo a su padre:
- "Padre, dame la parte
- "Padre, dame la parte
que me toca de la fortuna".
- El padre les repartió los bienes.
- No muchos días después,
el hijo menor,
- juntando todo lo suyo,
- juntando todo lo suyo,
se marchó a un país lejano,
- y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Y, enseguida, surgen mis preguntas:
- ¿Qué edad tendría el muchacho?
Eso por una parte.
Por otra:
- ¿Por qué el padre no lo retuvo,
y no le negó lo que le pedía;
más bien, lo dejó irse?
-- ¡Ummmmmmm!
De seguro, que tendría,
mínimo, trece años, el muchacho.
A esa edad,
ya se era mayor de edad.
Porque, en el caso del niño Jesús
perdido en el templo,
el mismo Evangelio de San Lucas
dice, que, Jesús
tenía doce años:
tenía doce años:
Y, que, Jesús,
- bajó con ellos y vino a Nazaret,
y vivía sujeto a ellos.
A los doce años
se tenía que someter
a la autoridad de los padres.
- Y, ¿el muchacho de la parábola?
Doce años, no tendría.
Y, por la otra parte:
- ¿Qué debilidad tendría el padre
en relación al muchacho, que,
no puede hacer nada para que
no se vaya de esa manera?
-- ¡Ummmmmm!
-- ¡Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin.
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