jueves, 28 de marzo de 2024

UN CUENTO DE SOBRE LAVAR PIES

 UN CUENTO DE SOBRE LAVAR PIES

P. Daniel Albarrán

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Érase una vez...

Jueves Santo.

Y, en la misa de la tarde
se haría la lectura
del Evangelio de San Juan.

Y, San Juan nos dirá
cosas interesantes:

-- Estaban cenando; 
-- ya el diablo había suscitado 
en el corazón de Judas, 
hijo de Simón Iscariote, 
-- la intención de entregarlo; 

y Jesús, sabiendo que el Padre 
había puesto todo en sus manos, 

-- que venía de Dios y a Dios volvía, 
se levanta de la cena, 

-- se quita el manto y, tomando una toalla,
 se la ciñe; 
-- luego echa agua en la jofaina 
y se pone a lavarles los pies a los discípulos, 

-- secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Y, cuenta San Juan, que,
Pedro ofreció resistencia,
y no quería dejarse lavar los pies.

Y, ahí, me quedo pensando
y pensando;

y, por lo tanto, imaginando:

-- ¡¿Lavar los pies?!

Y, pienso en mucha gente
que atiende a alguien enfermo,
mayor, o anciano,
y lava los pies.

Pienso, igualmente,
en quien, aún , cuando recibe un salario para prestar un servicio,
sea el que sea,
también, en manera amplia,
lava los pies.

-- ¿Lavar los pies?

Y, pienso, de inmediato,
en los médicos,
en el que inventó el teléfono,

y en el que después perfeccionó 
el teléfono con el invento del celular,
y, pienso, que,
eso es lavar los pies.

Y, pienso, en el hombre del camión 
que trajo las hortalizas desde el campo, y las llevó al mercado;

y, también, en el hombre del mercado que me vendió las hortalizas;
y, pienso, que,
eso es lavar los pies.

Y, enseguida, viene a mi imaginación al que inventó el aire acondicionado,
y al que vino e instaló el aire acondicionado en mi habitación...

Y, me digo:
Eso es lavar los pies.
Y, pasan muchas personas
por mi memoria agradecida,
que hacen esto o aquello,
en bien suyo, sí;

pero, en bien de otros
que reciben sus beneficios,
y me digo:
Eso es lavar los pies.

Y, de repente, vuelve
al recuerdo lo leído en el Evangelio,
de que Pedro
no quería que le lavaran los pies...

Y, no entiendo
qué le pudo haber pasado a Pedro ese día,

porque era normal dejarse lavar los pies en el mundo judío de entonces.

Y, sacudo la cabeza, así,
como para espantar esa idea,
y vuelvo a lo de lavar los pies.

Y, pienso en el que compone canciones,
 y las canta;

en el que escribe poemas,
y los lee;

en el hombre de la radio
que pone música;

-- Y, me sonrió
-- porque la gente lava los pies.

-- ¡Guao!
-- ¡Maravilloso!
-- ¡Interesante!

Y, colorín-colorado; 
este cuento se ha acabado.

Fin.

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