UN CUENTO DE CONTINUIDAD
EN DOMINGO Y CUARESMA
Érase una vez...
domingo 10 de marzo:
cuarto domingo de Cuaresma.
Y, la primera lectura
de las lecturas en la misa,
seguía la línea de la historia de la salvación:
En los domingos anteriores,
se había tratado de:
-- Abram, que después
fue llamado Abraham,
-- y la historia de Abraham e Isaac,
y el sacrificio de Isaac, que nunca sucedió en el hecho,
-- pero, sí en la obediencia de Abraham.
También, en otro domingo
-- pero, sí en la obediencia de Abraham.
También, en otro domingo
(el de la semana pasada), se habló de:
-- Moisés y las tablas de la Ley,
-- tema fundamental en
la historia de la salvación.
Y, hoy, el tema es
la destrucción de Israel,
y todo lo sagrado:
-- aquellos días, todos los jefes
de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades,
-- según las costumbres abominables de los gentiles,
-- y mancharon la casa del Señor,
que él se había construido en Jerusalén.
Es la historia de los Nabucodonosor y el sometimiento de Israel,
y el dominio de Babilonia.
Es, entonces,
cuando es importante el libro
del profeta Daniel,
donde se cuentan cosas importantes de la historia judía.
Hoy, el segundo libro
de las Crónicas,
nos habla de eso.
Y, es que, es importante
resaltar, que:
-- los objetos sagrados de Judea fueron saqueados;
-- no quedan sacerdotes;
-- no hay profetas;
-- y, principalmente, no hay templo.
Y, esto último,
es la gran tragedia para Israel.
Y, es, entonces,
cuando en el salmo se dice,
en sentido de fidelidad y de añoranza:
-- Que se me pegue la lengua
al paladar si no me acuerdo de ti.
-- Junto a los canales de Babilonia
-- nos sentamos a llorar
con nostalgia de Sión;
-- en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
-- en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
-- Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
-- «Cantadnos un cantar de Sión.»
-- ¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
-- Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha.
-- Que se me pegue la lengua al paladar
-- si no me acuerdo de ti,
-- si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
-- ¡Uppppppps!
-- ¡Interesante!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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