UN CUENTO DE SOBRE MISA EN EL GIMNASIO
Día viernes,
2 de febrero:
Día de la presentación
del niño Jesús en el templo,
y la purificación de María,
la madre de Jesús.
La norma judía
prescribía que se trataba
de un tiempo de purificación
de la mujer, después de dar
a luz un hijo varón.
Entonces, para ese día,
dos de febrero,
había una misa en un Gimnasio.
Ahí estaban
los que a esa hora de la mañana
se habían reunido
a sus rutinas de ejercicios físicos en las máquinas.
Casi todos vestían
ropa oscura y ropas para ejercicios.
Se veían corpulentos
y de cuerpos atléticos
y figuras bien cuidadas.
El ejercicio físico
y constante se veía
en todos los que ahí estaban:
Cuerpos cultivados.
Parecía extraño, entonces,
una misa en el Gimnasio.
Todo empezó.
El canto.
Las lecturas.
Y, en el momento del ofertorio
se hizo una ofrenda espectacular a Dios:
-- Cada uno fue a su máquina de ejercicios.
-- Los que no, porque no alcanzaban las máquinas,
-- desde sus lugares, igualmente,
-- hicieron una rutina:
-- Unas levantaban las pesas
-- Otras, hacían la lagartija
-- Otras, se acuclillaban y se levantaban en movimientos repetitivos.
-- Otras, caminaban alzando
y moviendo los brazos.
Y, así, de entre
los que ahí estaban
ofrendaban esa rutina de ejercicios a Dios,
y daban gracias por
la salud, por la vida.
-- ¡Fue bonito!
Y, se sentía
una especie de Rey David
danzando en honor y alabanza a Dios.
Y, se daba gracias
por eso. Y, por todo.
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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