UN CUENTO DE COSAS BONITAS
Ayer, sábado,
dos de diciembre.
Eran, pasadas
las tres de la tarde.
Se estaba
en la actividad
de Retiro Espiritual de Adviento.
La Iglesia parroquial
estaba full-full.
Estaban los niños y jóvenes
de las catequesis.
También, los padres y representantes.
Se iría a hablar
de la carta del Papa Francisco
sobre la historia del pesebre.
Y, serían los representantes
que expodnrian.
Igualmente, se hablaría
de los colores litugricos.
Y, también, eran los representantes.
Y, en la primera parte,
la actividad era un conversatorio,
y tres preguntas serían,
para platicar en grupos,
de niños, jóvenes
y adultos.
Todos entremezclados.
Ahí, estaría lo divertido,
lo especial de la actividad:
-- ¿Qué contiene el pesebre?
Era la primera pregunta.
-- vacas -- decían unos niños.
-- ovejas -- decían otros.
-- la mula -- otros.
-- camellos...
-- la virgen...
-- San José...
-- la estrella...
-- el ángel...
-- Dios...
Y, aquello era
una algarabía en cada grupo.
Porque, salían cosas
que contiene un pesebre
de nacimiento del Niño Jesús.
-- los reyes...dijo otro.
-- pasto...
-- un río...dijo otro.
Y, esa primera parte
estaba siendo un momento
especial de gracia, de alegría,
de espontaneidad, de ocurrencia.
-- ¡Qué cosa tan bonita!
Y, así,
se trató, también,
las otras dos preguntas,
tan participadas como la primera.
Tal vez, más.
Entonces,
en el momento en, que,
podía pasar al micrófono
para decir algo, en cantidad
limitada y espontánea,
una niña dijo:
una niña dijo:
-- al niño Jesús
-- los reyes le trajeron...
Y, se quedó pensando.
-- oro...
-- plata... siguió diciendo.
-- y, creo,
-- no estoy segura --
y se puso
a hacer ejercicio rápido de memoria
a hacer ejercicio rápido de memoria
y de relación lógica...
Y, otros niños
desde los asientos gritaban:
-- mirra ...
-- incienso....
Y, la niña seguía
en actividad pensativa.
-- creo...
-- creo...no estoy segura....
Y, los otros niños,
y también los adultos gritaban
desde sus puestos....
-- mirra...
-- creo...
-- que le regalaron una sabana --
dijo la niña en su conclusión.
Y, todos aplaudimos.
Porque, era lógico
que fuera así.
Y, el aplauso fue estruendoso,
en medio de carcajadas
y aprobaciones con la cabeza.
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin.
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