UN CUENTO DE ALABANZA Y MISERICORDIA
P. Daniel Albarrán
La mañana del sábado.
Se estaba en el rezo
de los laudes
(oración de mañana: Liturgia de las horas).
Apenas se comenzaba.
Y, enseguida, hubo una partecita
del primer salmo
que me quedó haciendo eco.
que me quedó haciendo eco.
Salmo 91:
-- Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
-- proclamar por la mañana tu misericordia
-- y de noche tu fidelidad,
-- con arpas de diez cuerdas y laúdes,
--sobre arpegios de cítaras.
Y, me detuve
para volver a leer esa partecita,
quedándome en:
-- proclamar por la mañana
tu misericordia
-- y de noche tu fidelidad.
-- y de noche tu fidelidad.
Y, sentía que mis ojos
se movían, así, como
cuando se hace intento de pensar.
-- la misericordia de Dios
en la mañana -- repetí.
-- ¿Por qué la misericordia de Dios,
justo, en la mañana?
-- ¿Será, porque se está vivo;
-- se amaneció vivo;
-- y eso es pura misericordia de Dios?
Me pregunté.
Y guardé silencio
buscando interiorizar esa idea.
-- ¡Ummmmmm!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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