UN CUENTO DE OTRA PARÁBOLA
P, Daniel Albarrán
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Érase una vez...
El Evangelio del domingo
8 de octubre.
Otra parábola.
Y, siempre con la misma temática:
El reino de los cielos:
que se parece.
No es; se parece.
Esta vez, se parece (no es)
a un hombre, que, plantó una viña.
Y, dejó la viña
a unos trabajadores.
Así, como de a medias:
Él dueño ponía la viña,
y los trabajadores el trabajo.
Queda claro, que,
al producir la viña,
todo sería a medias;
es decir, mitad y mitad:
mitad para los trabajadores,
y mitad para el dueño.
Comían los trabajadores,
y comía el dueño.
Así fue.
Bueno: así debía ser.
Entonces, cuando la viña
ya debería haber dado ganancias,
el dueño mandó por parte de su parte.
Ese era el trato.
-- ¡Jajajaja! ¡Jajajaja!
Los trabajadores se pasaron
de astutos;
más bien, de pícaros.
No le mandaron nada al dueño.
Golpearon a los que el dueño
había enviado,
y los regresaron sin nada.
Todavía, el dueño, pensando bien,
mandó otros más.
Y, también, a estos los trataron
terrible-terrible.
Y, enseguida, yo pienso
en la gente que alquila
una casita, o un apartamento,
y los inquilinos, ni pagan,
ni devuelven la casita o el apartamento.
Se apropian.
Se adueñan.
Y, no es suyo.
Y, me quedo pensando, que,
el reino de los cielos,
no es; se parece.
Y, la parábola cuenta, que,
el dueño les dará
mala muerte a esos.
Y, recuerdo a esta viejita,
a aquella, a un familiar mío,
a un conocido,
que, tiene, prácticamente,
perdida su casita, su apartamento,
a un conocido,
que, tiene, prácticamente,
perdida su casita, su apartamento,
porque, hay unos
que son muy inteligentes,
muy avispados,
muy graciosos,
que se les olvidó, que,
el reino de los cielos,
no es; sino, que, se parece.
Y, me quedo pensando.
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin
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