UN CUENTO DE EVANGELIO
P. Daniel Albarrán
Érase una vez...
El Evangelio del domingo,
ayer.
Decía:
"Y no temáis a los que matan el cuerpo,
pero no pueden matar el alma;
temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.
Y, la primera lectura
hablaba del enemigo.
Entonces,
nos preguntábamos:
¿Nuestro enemigo?
¿Será que el enemigo es lo que
nos lleva, en cuerpo y alma,
a la gehenna, según el Evangelio?
Silencio, por aquí.
Silencio, por allá.
Silencio. Silencio.
Tal vez, impacto.
Y, ¿Quién es el enemigo?
Más silencio.
Y, silencio reflexivo.
¡Uuppppps!
Entonces, se acudió
a la primera oración que
se hace en la misa,
apenas se comienza:
apenas se comienza:
Confieso -- dice la oración.
Que, pequé:
-- de pensamiento
-- de palabra
-- de obra
-- de omisión
POR MI CULPA
POR MI GRANDÍSIMA CULPA.
Y, se golpea uno el pecho.
Esa conexión
llevó a pensar:
Nuestro enemigo,
nosotros mismos,
nuestros pensamientos.
-- ¡Ufffggggg!
-- ¡Sorpresa!
Y, es lo primero que reconocemos
en la primera oración,
apenas empezando la misa.
apenas empezando la misa.
-- ¡Ufffggggg!
-- ¡Sorpresa!
Y, nos condena.
Nos lleva, en cuerpo y alma
a la gehenna.
-- !Realmente, interesan
te!
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin