UN CUENTO DE DOCTOR EN SU DÍA
P. Daniel Albarrán
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Érase una vez...
10 de marzo:
Día del médico,
también, llamados
mundialmente,
DOCTOR.
Y, hay que
volver a cuando
éramos niños.
Porque, entonces,
jugábamos, que,
cuando grandes
Íbamos a ser
Doctor.
Y, jugábamos
a ponernos
un colgadero en el cuello
para parecer
que era
un estetoscopio.
Y, éramos doctor,
o doctora
en el caso de
nuestras hermanas,
que, a veces,
eran las doctoras,
aunque eran pocas las veces,
porque, ellas eran
las que llevaban
a sus muñecas de trapo
para la consulta del doctor.
Y, pensábamos
que era ser grande
de grandes
porque jugábamos a ser doctor.
Y, si algunas
de las familias vecinas
tenía un hijo doctor,
eso era de respeto,
porque era
la mamá o el el papá
del doctor.
¡Cosa grande caballero!
Y, cuando
nos tocaba asistir
al doctor por cualquier dolencia
aquel hombre,
o aquella mujer
vestidos con su bata blanca,
era una cosa importante
y hasta majestuosa,
y hasta imponía respeto
y daba susto.
Y, le hacían
que uno abriera la boca
en el típico diga:
Aaaaaaahhhhhhhh,
mientras metían
una paleta.
Y, se quedaba uno
esperando
lo que aquel señor
escribía en un papel,
que era el tratamiento,
por un lado,
y en la otra mitad
las forma de tomarlo.
Y, salía uno
como asustado
de aquella visita.
E, iba creciendo uno
sano y todo
con la ayuda
de aquel hombre,
o aquella mujer,
vestidos de bata blanca,
que se llaman
Doctores.
Y, se les quería,
a pesar del susto
que esa bata blanca imponía.
!Que hermoso, verdad!
!Feliz día a los doctores
en su día!
Amén.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin
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