UN CUENTO DE EL DIA DESPUÉS

 UN CUENTO DE EL DIA DESPUÉS

P. Daniel Albarrán

Érase una vez...

Domingo de Resurrección.

Cuenta el Evangelio, que,
Maria Magdalena
fue temprano al sepulcro.

Y, se regresó corriendo.
-- No está el muerto -- dijo.

Entonces,
Pedro con otro
salió corriendo a mirar.

Ciertamente,
no estaba el muerto.

-- ¡Ayayayay!

-- !No sabían
-- qué pasaba!

-- ¡Y, ahora!

¡Solo estaba
la ropa del muerto!

-- ¡Ayayayay!

Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.

Fin

UN CUENTO DE CONTEMPLACIÓN

  UN CUENTO DE CONTEMPLACIÓN

P. Daniel Albarrán
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Érase una vez...

Al día siguiente
del Jueves Santo:

El Santísimo
ahí.

Un par de velones
a los lados,
en una sencillez silenciosa.

También en la parte 
del piso
había cuatro velones encendidos.

El parpadear
de las llamitas
de los velones
parecían hablar
en el silencio
porque el silencio habla.

No era necesario
decir más.

Era solo estarse ahí.

Si no se tenía
nada qué decir,
porque, a veces,
estamos mudos,

entonces, se miraba
los velones
y en su candelita,
igualmente,
se guardaba silencio.

Y, esa fue
mi CONTEMPLACIÓN:

solo mirar
las llamitas de los velones
en la capilla
del Santísimo

preparada para contemplar.

En un sin decir,
y en un callar,
para solo mirar.

Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.

Fin

UN CUENTO DE LLAMADO

 UN CUENTO DE LLAMADO

P. Daniel Albarrán

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Érase una vez...

Cuenta el Evangelio, que,

Jesús:

1) Subió al monte
2) y llamó a los que él quiso; 
3) y vinieron donde él.

4) Instituyó Doce,
5)  para que estuvieran con él, 
6) y para enviarlos a predicar.

Y, enseguida,
San Marcos (el evangelista)
da los nombres
de los que Jesús
llamó.

Dos cosas:

-- llamó a los que él quiso
-- vinieron con él.

Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.

Fin

UN CUENTO DE NAZARENO SIN CRUZ

 UN CUENTO DE NAZARENO SIN CRUZ
P. Daniel Albarrán
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Érase una vez...

Martes de la semana Santa.

Se preparaba
en la parroquia
la imagen del Nazareno
para el día siguiente,

Miércoles Santo,
día del Nazareno.

Las señoras encargadas
cambiaban los colores,
de rojo del domingo de Ramos,

al morado de Miércoles Santo,
propio de la Cuaresma.

Entonces, alguien cantaba:
El Nazareno me dijo
que cuidara a mis amigos.

Laralalalaralala.

Al ritmo de la
salsa, que es su melodía.

Y, el nazareno tenía
una particularidad:

Le faltaba la Cruz,
se la habían robado.

Entonces, era
un Nazareno sin Cruz.

¡Cosas de haberse visto!

Había que hacerle
una cruz,
porque un Nazareno sin Cruz,
no es Nazareno.

Igualmente,
el nazareno me dijo
que cuidara a mis amigos.

Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.

Fin